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PALABRA DE TANGERINO
"CAPOTE"
por Maurice Bendelac (PICHO)
Apuesto lo que sea a que algún listillo, políglota para más señas, me
saldrá con que en francés la palabra "capote" designa … una capota, es
decir el techo plegable de algunos vehículos, con lo que se preserva a
sus ocupantes del polvo o de la lluvia. Como soy persona con don de
gente, - ¿suena raro no? - le concedo a mi interlocutor imaginario la
"capota" de marras aunque he de confesar que ahora mismo, y no sé por
qué, me ronda por la cabeza otra acepción del vocablo francés pero no
hay manera, no doy con ella. Se trata en realidad de una prenda de vestir destinada a proteger del frío al que la lleva; seguimos con la misma idea que anteriomente, o sea la de protegerse y el avispado de turno me podría decir que es lógico, puesto que ambos artefactos evitan y previenen otros percances. Ahora bien, frío, lo que se dice frío, es algo que en Tánger conocíamos sobre todo por las películas pero precisamente, al salir del cine, por la noche, y un par de noches al año, podía hacer 'frío' y entonces era una buena ocasión para ponerse el capote, y era ocasión para que nuestros padres, añadieran aquello de "tápate la boca" con lo divertido que era echar "humo" por la boca, sin siquiera haber probado un pitillo que no fuera de "repisú, claro. Por eso tal vez, cuando a los pocos años empecé a fumar, lo hice con la marca Anfa, que venían en paquetes de cinco cigarrillos, y además eran mentolados, y ya se sabe que todo lo mentolado para la garganta es ideal … En aquellos tiempos, el capote - a estas alturas ya se habrán percatado hasta los más incrédulos que me estoy refiriendo lisa y llanamente a un abrigo - se llevaba entonces ceñido y a menudo cruzado con más botones que el botones de un hotel salvo que en Tánger, los hoteles, cuando tenían botones, estos llevaban saraweles … No hubo que esperar mucho a que le saliera un competidor al capote Estábamos a principios de los "sixties" y Ramallets y Carmelo defendían respectivamente la puerta del Barça y del Bilbao. El que no llegó nunca a desbancar al capote era algo más corto pero seguía cubriendo las mismas necesidades aunque esta vez con el añadido de una capucha. Y además, llevaba nombre inglés lo que siempre te permitía fardar y hacer alarde de idiomas: molaba mucho aquello de tener un "duffel-coat" con sus botones simulando astas o huesos. Pero no era lo mismo ya que el "duffel-coat", de origen marino, te daba un aire deportivo, desenfadado y se podía llevar parcialmente abrochado, un tanto relajado, mientras que el capote era más cosa de "niño bueno", y visto a toro pasado, un pelín "cursi" o demasiado "serio"; era preceptivo llevar siempre el capote abrochadito porque así lo requería la prenda - se supone que para amortizar los botones … Dos colores dominaban el prêt a porter capotero de la época: el marrón, de espiguillas (chevron), el más común sin que lo común estuviera reñido con la calidad, que en Anidjar los había y de categoría, y el azul marino, más liso y tal vez algo más holgado. Todos eran capotes y nada tenían que ver con la capa (aunque fuera de abrigo); la capa, que solía ser sin mangas era otra prenda, llamémosla más proletaria a la vez que escolar, unisex además, con capucha y cuya función era protegernos de la lluvia ya que el género de que estaba hecha era de gabardina, o un sucedáneo, en el mejor de los casos, cuando no sencillamente de plástico, al estilo "Bu zebala" i.e. basurero. El porte de la capa solía ir acompañado de un calzado en consonancia; eran aquellas botas negras de goma que a veces usábamos con pantalón corto, un colmo, pero ya les decía yo que en Tánger nunca hizo frío, aunque a veces nos salían sabañones … |
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