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CHRONIQUES TANGEROISES
CRONICAS TANGERINAS
"JAMES BOND"
(Por Maurice BENDELAC - 02/2000) |
En la extensa y no menos excelsa galería de profes que llegaron a pisar el
Lycée Regnault, hubo de todo, como en botica mas no todos fueron lumbreras y
digamos, para que nadie se moleste, que hubo algunos mejor dotados que otros.
Ahora bien, hubo uno que se llevaba la palma y no precisamente académica. Su
nombre, dos vocales francesas yuxtapuestas y poco más; su especialidad, dizquen
la Literatura francesa; su apodo, "James Bond". En realidad tuvo infinidad de apodos, desde "Zamora" por el porte de una
gorra que hacía recordar, es un decir, al legendario guardameta de la selección
española hasta "Bombilla", no se sabe bien si por la calva o por lo "iluminado"
del personaje… pero para los de mi quinta, fue y será, "James Bond". De entrada, todo parecía indicar que este señor pretendía pasar desapercibido
mas dificilmente lo podía conseguir por su indumentaria. Llevaba una gabardina,
de dudoso color hueso, en forma de trapecio y de corte "maxi" mucho antes de que
la industria textil y Sergio Leone las hubieran puesto de moda. La bufanda, de
cuadros, le daba un toque de "al Servicio de Su Majestad", tal vez por eso se la
enfundaba invierno como verano. Como ven, el incognito perfecto, que acentuaba
aún más si cabe cuando llevaba, no se sabe si por razones profesionales o
solares, unos espejuelos de visera cuadrifocales; y como además protegía su más
que incipiente calva con la susodicha gorra, tipo portero o "Covent Garden"
según se mire, no le quedaba gran cosa al descubierto ni por descubrir. Claro que cuando estaba en clase, se despojaba del camuflaje y entonces nos
percatamos de que lucía, por así decirlo, dos trajes; en ambos ternos dominaba
el tono plomizo, el de invierno tiraba a neutro, y el otro, el de verano era
algo más lustroso, o "tricente" como solíamos decir. Estaba claro que todo este
atuendo le permitía llevar a cabo alguna misión secreta, nunca supimos cuál ni
al servicio de qué "inteligencia" amiga o enemiga. La forma de caminar de nuestro personaje del que como habrán adivinado,
"cualquier parecido con Sean Connery o Roger Moore era pura casualidad"
resultaba también de lo más discreta: ya iba con una lentitud pasmosa, tipo
Pantera Rosa, agarrando contra el pecho su portafolio con en su interior vayan
uds a saber qué documento, ya pegaba carreritas dando bandazos al tiempo que
parecía equilibrarse con el portafolio que sostenía su mano derecha. Había algo
de M. Hulot en nuestro James Bond y que Tati me perdone la osadía. Nunca
elucidamos el misterio de estos cambios de ritmo en su caminar, acaso una
contraseña o tal vez un estratagema para despistar al enemigo. La tapadera de "James Bond", como ya anticipé, era profe de Francés y hete
aquí donde los servicios de Inteligencia de la potencia o impotencia que fuera,
fallaban lamentablemente: sólo la dicción, la locución del personaje, era un
auténtico poema, no se le entendía de nada … Salvo quizás cuando decía "ui, ui,
ché bien" que eran los sonidos que en su jerigonza mejor articulaba nuestro
personaje, pero como se trataba de una muletilla tampoco te enterabas qué rayos
sabía. Y con este señor teníamos que aprender Literatura francesa …y hacer
"dissertations" y prepararnos para las fatídicas "compos" … Pero bueno, como "James Bond", habida cuenta sus cometidos, se distinguía por
su discreción, tampoco se enteraba mucho de lo que pasaba en las "compos" de
Francés. Recuerdo una, en "seconde", para la que puso de "sujet", "Comparez les
Poètes de La Pléiade". Y ni corto ni perezoso, todo el mundo echó mano del
"Clouart", obra maestra de la época donde venían tratados todos los temas
habidos y por haber, y a buscar se ha dicho … El problema es que en mis prisas
había leído "les poèmes" y en mi incultura pensé que La Pléiade era el nombre de
un payo de la época y claro, no daba con él… hasta que le pregunté a Simón
Cohen, que estaba a mi ladoy éste me sacó inmediatamente de dudas largándome un
"Al Jmar, La Pléiade son todos …" y a renglón seguido, aunque algo más
cabizbajo, proseguí mis investigaciones "sota-pupitre". Y tras sortear a un tal
Voiture, que me hizo mucha gracia, di con el tema de marras Mientras tanto, Astrid Lasry y María Casabuena, delante nuestra, nos habían
mandado a callar, no fuera que a "James Bond" se le ocurriera mirar en nuestra
dirección. Hafid Guessous, detrás mía, me pedía que le pasara mi Clouart, porque
un desaprensivo había arrancado justamente aquella pagina del suyo. Al otro lado
de la clase, Armando Israel, "Rubio", ajeno a este ajetreo, miraba por la
ventana que daba a la Calle Tolstoi pues había de darle un recado a su madre. A
su lado, Bouayed recopiaba apresuradamente los ejercicios de Maths de la clase
siguiente no fuera que Madame Leccia lo sacara al "tableau". Marc Danan leía
descaradamente "France-Soir" porque era el único que se permitía llevarle la
contraria a "James Bond" y éste, tal vez para no quedar demasiado en evidencia,
siempre le ponía una buena nota. Al fondo de la clase, "Pino" Benmergui (el mote
le venía por ser un gran fan de Pino Donnagio) estaba cabreado porque alguien le
había escondido la bolsa de la gimnasia .. No se puede decir que las notas que ponía nuestro avispado James en las
"disserts" guardaran relación alguna con lo que habíamos (re)copiado; ése era
otro misterio, que a mi modo de ver había que achacarle más a la luna y a los
caprichos que ésta engendra que a la sapiencia o ignorancia literaria de cada
cual. No me cabe la menor duda sin embargo, de que en un futuro no muy lejano,
tal vez cuando la CIA, El Amalato y el Lycée Regnault abran sus archivos al
público, quedará despejado el enigma que en su tiempo constituyó para nosotros
aquel fascinante 007, dizquen profesor de Literatura francesa. Maurice Bendelac (PICHO). |
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